Valéria Alpino Bigonha Salgado y Sábado Nicolau Girardi
Los acontecimientos del escenario económico y financiero mundial, provocados por la quiebra de los bancos norteamericanos en el año 2008, mostraron la necesidad de una nueva mirada acerca de los límites del principio de la autorregulación de los mercados y, consecuentemente, de la intervención del Estado en el control del sistema económico. El fenómeno evidenció el agotamiento de las posiciones ideológicas fundamentalistas y desmitificó el concepto de oposición entre Estado y mercado. En dirección contraria al debate ideológico ocurrido en las dos últimas décadas, se observa que la dinámica económica y la creciente demanda social por servicios hacen imperativa la superación del antagonismo entre posiciones extremas, del maniqueísmo político y del partidismo en torno a los problemas. La complejidad creciente de los mercados y de las cuestiones sociales imponen soluciones más sofisticadas. Dado el consenso que existe respecto al papel indispensable del Estado en la formulación de políticas, en la regulación de la competitividad y en la promoción del bien común en la sociedad, es preciso evolucionar, desde la discusión sobre modelos, hacia una dimensión más importante, que es la de la definición de estrategias para superar los riesgos de eventuales desequilibrios en los sistemas económico y social y asegurar su estabilidad.
Leia o artigo completo aqui